Tanto el distintivo DO y el IGP, son sin duda, el nivel más alto de protección que un producto agroalimentario puede alcanzar en la Unión Europea, y efectivamente la más prestigiosa.
Los productos singulares pueden acceder en condiciones muy rigurosas y ciertamente difíciles de conseguir, a las indicadas protecciones DO e IGP.
En el Reglamento (CE) 510/2006, de 20 de marzo de 2006, sobre protección de las indicaciones geográficas y de las denominaciones de origen de los productos agrícolas y alimenticios, se define como:
“el nombre de una región, de un lugar determinado o, en casos excepcionales, de un país, que sirve para designar un producto agrícola o un producto alimenticio, originario de dicha región, de dicho lugar determinado o de dicho país; cuya calidad o características se deben fundamental o exclusivamente al medio geográfico con sus factores naturales y humanos, y cuya producción, transformación y elaboración se realicen en la zona geográfica delimitada.”.
Se trata de dos figuras de protección distintas que sirven para amparar los distintos casos de productos cuya calidad diferenciada se debe al origen. En ambos casos se deben cumplir sus pliegos de condiciones, que definen los sistemas de producción y que garanticen que la metodología de trabajo, está basada en un sistema para el aseguramiento de la calidad del producto.
Ambas son necesarias para:
Estimular la diversificación de la producción agrícola y alimentaria.
Proteger los nombres de productos contra su imitación y otros usos indebidos.
Ayudar al consumidor aportando información relacionada con el carácter específico de los productos.
El clima especialmente benigno de Galicia, con abundante lluvia a lo largo de todo el año, el suelo granítico y la influencia de los vientos y aires marinos, dan lugar a una flora rica y variada, que permite tanto la producción de miel monofloral como la de un abanico de miel de milflores.
No hay una miel igual que otra y su color varía desde el blanco acuoso, pasando por el ámbar, hasta el marrón oscuro.
TIPOS DE MIEL
Aunque la Miel de Galicia es una denominación única, en su seno encontramos diferentes sabores, texturas y paladares, dependiendo de las flores que le dan su origen.
Una gran mayoría de la miel gallega es de milflores. En su elaboración no predomina un origen concreto y procede de las diversas flores de los alrededores de la colmena. Pero, además, en Galicia se producen algunos sabrosos tipos de miel monofloral.
EUCALIPTO
El eucalipto, como resultado de las intensivas repoblaciones practicadas, marca decisivamente la producción de miel de la costa gallega. La miel del eucalipto es de color ámbar, sabor suave y olores céreos.
CASTAÑO
En las comarcas gallegas del interior, la especie arbórea de mayor interés para la elaboración de la miel es el castaño. Esta miel es oscura, de sabor intenso y de fuertes olores a flor.
QUEIROGA
Una gran parte del territorio gallego está cubierto de matorral. La queiroga es precisamente la planta de este tipo de vegetación que permite una mayor producción de miel monofloral. Elaborada en las zonas de montaña, la miel de queiroga se caracteriza por su coloración oscura, con unos tonos rojos y un sabor duradero y ligeramente amargo.
SILVA
La abundante aparición de matorrales mixtos de plantas rosáceas, entre las que sobresalen por su presencia las silvas, permite la producción de mieles monoflorales. La miel de silva adquiere en Galicia colores oscuros, sabores fuertes y dulces, y olores frutales.
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