Mucho ha llovido desde que en el año 1.270, Alfonso X El Sabio fundara ex novo, a través de carta puebla, la villa de Pontedeume que, un siglo más tarde, sería donada por Enrique II de Trastámara a la casa de los Andrade, convirtiéndose esta dinastía en protagonista absoluta de la vida política y social de la comarca. Sin embargo, la esencia de este rincón de las rías altas, lo que hace de él un lugar único en Galicia, sigue intacto: ubicada a los pies del monte Breamo, Pontedeume se asienta sobre la margen derecha de la desembocadura del Río Eume, para ser testigo, junto a su vecina, Cabañas, del nacimiento de la Ría de Ares. Y es precisamente el Eume, que muere para reencarnarse en ría, la primera parada obligada en nuestra visita a la comarca.
FRAGAS DO EUME
El río Eume no sólo es un río, es mucho más.
El río Eume no sólo es un río, es mucho más.
Río Eume.
Fotografía de Malasocia Producciones.
Las míticas fragas que lo rodean le han hecho justo merecedor de los títulos de Parque Natural y de Lugar de Importancia Comunitaria por conservar con todo su esplendor la majestuosidad del bosque tradicional, colocándolo por derecho propio en el primer lugar de la lista de los bosques atlánticos más importantes del continente europeo. Su gran biodiversidad, sobre todo en lo que respecta a la flora, nos permite contemplar un gran catálogo de especies autóctonas (robles, castaños, abedules) así como de helechos.
Fragas do Eume.
Fotografía de Enrique S. Tenreiro.
Ahora, en verano, puedes alquilar una bicicleta y/o tándem para recorrer el río y llegar hasta Caaveiro, una forma saludable y nada contaminante de contemplar las fragas. Si no te apetece pedalear ni caminar, para visitar el monasterio deberás coger el autobús gratuito que sale cada hora desde la entrada del parque natural.
MONASTERIO DE MONFERO
As Fragas do Eume extienden todo su encanto a lo largo de 5 ayuntamientos: Pontedeume, Cabañas, A Capela (en donde se ubica el monasterio de Caaveiro), As Pontes y Monfero. Precisamente es aquí, en este último ayuntamiento, en donde haremos nuestra segunda parada: el Monasterio de Monfero.
Cúpula y bóveda del Monasterio de Monfero.
Fotografía de Malasocia Producciones.
Ubicado a más de 300 metros sobre el nivel del mar, su emplazamiento, como el de todos los monasterios, lo convierte en una visita obligada. Lo primero que llama la atención del Monasterio de Santa María de Monfero (S.X) es la impresionante fachada barroca de su iglesia, formada por un ajedrezado de pizarras incrustadas en el granito y una sola torre. Ya en el interior podremos contemplar, en una única nave, la monumental bóveda de cañón de medio punto, así como el retablo barroco en honor de la patrona del lugar, la Virgen de la Cela, y los sepulcros góticos de Nuño Freire de Andrade “El Malo” y su hijo, el señor de Pontedeume, Pedro Fernández de Andrade, sin poder olvidarnos de una más que notable cúpula. Lamentablemente, el monasterio se encuentra en estado ruinoso, aunque sí podemos apreciar su arquitectura románica y, con un poco de imaginación, adivinar la importancia que en su día tuvo este cenobio dadas sus dimensiones y su estructura.
Iglesia del Monasterio de Monfero.
Fotografía de Malasocia Producciones.
Si lo que os apetece es vivir la experiencia en estado puro, deberéis visitar el lugar el primer domingo del mes de Julio, cuando se celebra la romería de la Cela. Y si lo que os apetece es hacer senderismo, deberéis dirigiros hacia el río Eume para poder pasear (con mucho cuidado) sus cañones.
info:
Texto y fotografías de Enrique S. Tenreiro,
Fotografías de Malasocia Producciones
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